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REAL MADRID 4 VILLAREAL 2
Lanzándose desde una cima, un águila atrapó a un corderito. La vio un cuervo y tratando de imitar al águila, se lanzó sobre un carnero, pero con tan mal conocimiento en el arte que sus garras se enredaron en la lana, y batiendo al máximo sus alas no logró soltarse. Viendo el pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y cortando las puntas de sus alas, se lo llevó a sus niños. Estos le preguntaron que clase de ave era aquella, y les dijo: "Para mi, sólo es un cuervo; pero él, se creyó un águila".
El Villarreal anoche creyó que podía volar, de echo durante la primera parte desplegó sus alas y toda su magnifica estampa por el Bernabéu. Pero para asaltar el fortín blanco no basta con parecer águila, ni tan siquiera serlo, hay que sentirlo. Cristiano por su parte no solo lo siente, lo sabe. Ronaldo acabó con el debate del 9, Higuaín descansa tranquilo! El portugués corrió, presionó, centró, remató e incluso marcó, tres goles por cierto.
El partido empezó sin tregua alguna. En el min. 6 Cani sugirió al Bernabéu que aguardaba otra noche de infarto, el Villarreal daba primero 0-1. Pero CR7 no estaba para muchos sustos y dos minutos después aprovechó una asistencia de Özil para empatar el partido. El Villarreal lejos de asustarse, cogió el mando del partido con más fuerza. En otra gran jugada amarilla Marco Rubén volvía a adelantar al Submarino, 1-2. El Madrid se había despeñado al mar por un acantilado, su muerte parecía segura. Pero el Villarreal cometió el error que cometen todos los villanos de las películas de James Bond, dio por muerto al bueno sin ver el cadáver. Así, cuando la primera parte disponía a echar el cierre, Ronaldo aprovechó una falta botada por Alonso para volver a nivelar el partido.
La segunda parte fue un asedio total. El empate de Ronaldo había causado más daño del esperado al submarino. Si en el primer envite el Villarreal percibió como el agua del mar se replegaba debió haber previsto lo que estaba por venir, el gran sunami. El Madrid se convirtió en un torbellino de presión, ataque y corazón maravilloso. Pero el gol no llegó hasta el min. 79. Por entonces Mourinho ya había dejado ver sus intenciones sustituyendo a Kaká por Arbiol. El estallido llegó cuando Ronaldo desde el suelo recogió un rechace dentro del área para de forma antinatural volver sobre sus pasos y disparar su tercer torpedo, el submarino amarillo tocado y hundido, 3-2.
Ronaldo estaba en fuera de juego en el tercer gol pero el arbitro lo había estado durante todo el partido con el tema de las tarjetas. Pero el Madrid, lejos de acallar los tambores de guerra, y preso de una ira descomunal siguió lanzando artilleria pesada sobre la portería rival. El cuarto gol de Kaká reflejó el amor propio de este equipo y llevó el jolgorio al graderío, el Madrid lo había vuelto a hacer.
El Barça no falla, el Madrid tampoco. El Real se mueve mejor con el disfraz de cazador que de presa, le atrae más perseguir que ser perseguido, hacer luces a que le deslumbren. Una vez más los blancos remontaron un partido que parecía imposible, y es precisamente esta palabra la clave de todo. Si imposible parece alcanzar a este Barcelona desesperante para los rivales es lo que hace el Madrid. Da igual que le arrolle un tren como pasó en el Nou Camp, no le importa que le minen el camino, le pone quedarse con diez en los partidos, ni siquiera le funciona el autosuicidio; este equipo es inmortal.