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RACING DE SANTANDER 1 REAL MADRID 3
Un león, en otro tiempo poderoso, ya viejo y achacoso, en vano perseguía hambriento y fiero al becerrillo y al cordero, que, trepando por la áspera montaña, huían libremente de su saña. Afligido del hambre a par de muerte, discurrió su remedio de esta suerte: Hace correr la voz de que se hallaba enfermo en su palacio y deseaba ser de los animales visitado. Acudieron algunos de contado: mas como el grave mal que le postraba era un hambre voraz, tan sólo usaba la receta exquisita de engullirse al Monsieur de la visita. Acércase la zorra, de callada, y a la puerta asomada atisba muy despacio la entrada de aquel cóncavo palacio. El león la divisa, y al momento le dice: "¡Ven acá; pues que me siento en el último instante de mi vida! Visítame, como otros, mi querida." "¿Cómo otro? ¡Ah, señor! He conocido que entraron sí, pero que no han salido. ¡Mirad, mirad la huella, bien claro lo dice ella! Y no es bien el entrar de dónde no se sale."
El Madrid acudía a Santander con muchas bajas, herido y presionado por los diez puntos de sutura que le sangraban de la herida liguera. Pero el Racing, creyendo que se enfrentaba a un Madrid débil y moribundo no fue precavido. No se percató de las pisadas que habían dejado los jugadores del Málaga y cayó devorado...
El Madrid no echó de menos a Ronaldo y en especial Özil, Alonso y Ramos que se permitieron el lujo de tirar las faltas que el portugués suele secuestrar. Solo la cinta del pelo de Granero tiene más fútbol que Lass y Khedira juntos, y el Madrid lo notó. Si añadimos el sublime partido de Özil, además del gran sentido colectivo del equipo, obtendremos las claves de la excelente primera parte que nos depararon los blancos.
Rápido comenzó el Madrid en tomar medidas de la portería cántabra. Sendos largueros de Alonso y Benzema no hicieron más que dignificar la profesión de carpintero. Pero el que añadió madera de verdad al fuego blanco, fue Özil. El jugador alemán se inventó dos asistencias de genio que Adebayor y Benzema tuvieron a bien de no estropear. El Madrid se fue al descanso con solo dos goles, pero infinita alegría.
Tras el break, el Racing intentó dejar su imprenta en el partido. Dos Santos aprovechó una gran jugada suya y que Alonso pasaba por allí, para caer dentro del área. El árbitro señaló un penalti, Pinillos lanzó una broma. El jugador del Racing golpeó como el padre que busca el lucimiento de su retoño, lamentable. El Rancing tenía Dos Santos, el Madrid sólo uno, Casillas.
El Real ya no mordía e implícitamente propuso un pacto de no agresión al Racing. Kennedy, como su tocayo, no quiso firmar rendición alguna y acortó distancias mediante un contraataque, 1-2. El Madrid, al ver la resistencia cántabra, no tardó en volver a movilizar la artillería pesada. Un gran pase de Di María lo aprovechó Benzema para superar hábilmente a Toño, 1-3. De nuevo Di María fue el protagonista de la jugada que provocó el penalti de Torrejón y que Adebayor se encargó de tirar... a la basura. Pinillos, descanse en paz.
El Madrid demostró que hay vida más allá de Ronaldo. Hoy el Madrid se marcó un maravilloso Vals en Santander sin la más guapa del baile. El portugués es imprescindible en este equipo, pero se ha demostrado que no hace falta que también juegue los partidos de veteranos. Solo faltan 10 días para el partido del Lyon y ahí es dónde Ronaldo debe estar en cuerpo y alma. Se acerca el momento de la verdad, y Madrid ya sueña con tiempos de reconquista.