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F.C. BARCELONA 1 REAL MADRID 2
Un grupo de ranas viajaba por el bosque, cuando de repente dos de ellas cayeron en un pozo profundo. Las demás se reunieron alrededor del agujero y, cuando vieron lo hondo que era, le dijeron a las caídas que, para efectos prácticos, debían darse por muertas. Sin embargo, ellas seguían tratando de salir del hoyo con todas sus fuerzas. Finalmente, una de las ranas atendió a lo que las demás decían, se dio por vencida y murió. La otra continuó saltando con tanto esfuerzo como le era posible. La multitud le gritaba que era inútil pero la rana seguía saltando, cada vez con más fuerza, hasta que finalmente salió del hoyo. Las otras le preguntaron: “¿No escuchabas lo que te decíamos?” La ranita les explicó que era sorda, y creía que las demás la estaban animando desde el borde a esforzarse más y más para salir del hueco.
El Madrid no atendió a las miles de gargantas hostiles que desde el inicio le invitaron a abandonar su cometido. Los gritos de desaliento fueron transformados a oídos del Madrid en vítores a los que el equipo blanco se acogió para escalar tan tremenda prueba. Porque eso es lo que fue este partido, un gran reto, un último castillo a conquistar en el vasto dominio blanco. En la Liga el Madrid gobernaba, ahora también reina.
Los primeros trazos del partido ya dieron pistas de como iba a quedar el lienzo. El Madrid mordiendo arriba y transformando balones en cuchillos que amenazaban la portería de Valdés. El Barcelona con su estilo de amasar y amasar la pelota, pero falto de chispa e ideas ante una defensa blanca que hoy se lo puso negro. Pero oscuro de verdad se puso cuando Khedira, tras un corner, se aprovechó del siguiente coctel: cantada de Valdés, dejada de Pepe y empanada de Puyol. El dry Martini ponía al Madrid arriba.
El Barcelona no reaccionó. El gol espesó todavía más sus ideas y dotó al Madrid de una confianza bárbara. Era el Camp Nou y extrañamente el Madrid no sufría. Mourinho había conseguido desconectar a Messi del partido y el Barcelona se quedó sin referente. De esta forma se acabó una primera parte donde había tanto en juego que faltó eso, juego.
Pero el inicio del segundo periodo no trajo nada nuevo. El Madrid no necesitaba más, el Barcelona no estaba aunque si se le esperaba. Y no fue hasta la entrada de Alexis por un desaparecido Xavi que los cimientos blancos se movieron. El chileno provocó el suficiente embrollo en el área blanca como para subir las tablas en el clásico. Tras el golpe en la mandíbula, al Madrid se le daba por muerto. Pero ni siquiera necesitó la cuenta atrás. Ahora si que el Madrid necesitaba algo más, algo diferente, alguien que le sacara del apuro. Y quien mejor que un Pavo Real para recuperar el colorido de los hombres de Mou. Ronaldo aprovechó una genial asistencia de Özil para esquivar la presencia de Valdés y despejar fantasmas. El luso volvió a sentenciar como ya lo hizo en la final de la Copa del Rey y ya es hora de que se le conceda la gloria que le pertenece. El golpe no solo acabó con el partido sino que aniquiló la Liga. El Madrid disfrutó los últimos minutos como el Rey que espera ansioso la salida al balcón dónde la plebe le rendirá pleitesía.
El mérito de este equipo no puede medirse. Al menos yo no consigo encontrar la unidad métrica adecuada. Se va a llevar una Liga en la que superó el record de goles y superó al que es sin duda el mejor Barcelona de la historia. La cuestión es ¿dónde se encuadra este Madrid? ¿A qué Galaxia pertenece? El tiempo y solo el tiempo nos dibujará su órbita.
Y ahora el Bayern. Khan dijo que el Bayern era la segunda bestia negra del Madrid tras el Barça. Khan, Khan, khan, la bestia negra caerá contra el dragón blanco. Y no hará falta que ni tan siquiera molestemos a Juanito, ni nos agarremos a ningún clavo ardiendo. El Bernabéu dictará sentencia, el Madrid la ejecutará.