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ESPAÑA 4 ITALIA 0
En la antigua Roma, los actores se jugaban la vida cada vez que
subían a un escenario. Sobretodo, los que lo hacían ante el emperador. Augusto
condenó a pena de azotes a más de cincuenta actores, Claudio mandó decapitar
a seis y Calígula y Nerón desterraron compañías enteras solo
porque les disgustaron sus comedias. Anoche, al emperador le brindaron con una
celestial obra que acercó lo humano a lo divino y Roma claudicó. La Roma
Imperial y la Republicana, la Clásica y la Contemporánea, la Occidental y la
Oriental, no solo no condenaron a nuestros artistas sino que los divinizaron.
Ave César.
Tantos y tantos veranos rotos por eliminaciones injustas e
impotencia mental en los grandes torneos. Amargos momentos dónde España se
acogía a la furia de algunos y el genio de otros. Torrentes de infortunios que
daban con nuestras maletas en el aeropuerto cuando de verdad se decidían
los campeones. Por eso hoy sé, con certeza, que: el gol fantasma de Michel, el
penalti de Eloy, el tabique de Luis Enrique, la cantada de Zubi, el pirata de
Al Ghandur o la venganza de Zidane, no fueron casualidad. Toda aquella amargura
ahora se nos devuelve con creces. Fue necesario llenar hasta arriba las
alforjas de lágrimas y decepción para que hoy pudiéramos soportar tanta alegría
y asombro. Sí, somos nosotros. España se ha convertido en una de las mejores
selecciones de todos los tiempos, y mira que hay tiempos, ¡vaya que si los hay!
Solo los próximos años certificaran si España se queda entre las elegidas, o es
definitavemente el Santo Grial.
¿Y del partido qué? Pues que no me veo con los conocimientos
suficientes como para analizarlo. Uno no puede hablar de lo que no sabe. Y lo
que vimos anoche no es de este mundo. Fue un partido jugado en el planeta Pandora.
Un sinfonía galáctica en la que once hombres tocaron y once, dignamente,
escucharon. Sonidos mágicos, melódicos que transformaron una final en una clase
magistral de yoga; fuerza corporal, autocontrol, ritmo, equilibrio, rapidez,
templanza y espíritu, mucho espíritu.
La superioridad de la Roja fue sonrojante. Un partido de Play
Station en el que España sabía utilizar todos los botones; pase corto, en
largo, al hueco. Además de dominar el sprint y emplear todo tipo de regates.
Por su parte Italia manoseaba el mando aleatoriamente esperando que el azar
dotara a sus dedos de una inteligencia que no apareció. Por no aparecer, ni
apareció el botón de segar. Hecho que les honra.
Los autores de los goles que quedaran para siempre gravados en
piedra; Silva, Alba, Torres y Mata acabaron con una infinidad de récords y
mitos. ¿Que nadie había ganado tres títulos consecutivos? ... toma. ¿Que nadie
había ganado dos Eurocopas seguidas? ... toma. ¿Que nadie había ganado nunca
4-0 en una final? ... ahí lo tenéis. ¿Que nunca habíamos ganado a Italia en
partido oficial? ... toma cuatro tacitas. ¿Que nadie ha ganado a la
pata coja y vestido de pollo? ... al tiempo.
La Roja pudo bajar a los infiernos a Italia con el famoso
partido contra Croacia. Algunos no lo entendieron, pero ahora ya saben porqué
España no se prestó al llamado biscotto; les teníamos preparada una gran
Torta.
Ahora solo cabe esperar como el Reino de
España actualiza título nobiliario al mister don Vicente del Bosque. Un
entrenador que se hizo Marqués en Sudáfrica y que regresará Conde de Ucrania.
Al igual que estos jugadores, que en tan solo cuatro años han llevado a España
de luchar contra hombres a reinar sobre Dioses. Lo vivido en estos campeonatos perdurará
para siempre en las páginas de historia. Serán los trovadores venideros los
encargados de crear romances y cuentos con las hazañas logradas y con los
retos futuros. Por fin hemos conseguido lo que siempre soñamos, nuestra ansiada
paradoja. Toda una vida para disfrutar de la inmortalidad.