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Cuenta la leyenda que Damokles era cortesano de Dionisio I, El Viejo (siglo IV, AC), tirano de Siracusa, a quien envidiaba por su vida aparentemente afortunada y cómoda. El rey, con el propósito de escarmentarlo, decidió que Damokles lo sustituyera durante un festín, pero para ello dispuso que sobre su cabeza pendiera una afilada espada desnuda suspendida de una crin de caballo. De esta manera, Damokles pudo comprender lo efímero e inestable de la prosperidad y del lujoso modo de vivir del monarca. La frase la espada de Damokles se utiliza desde hace mucho tiempo, para expresar la presencia de un peligro inminente o de una amenaza.

El Real Madrid es como Dionisio I, el Rey al que todos temen y envidian; pero como tal, sujeto a las críticas más feroces. Su reinado siempre se ve envuelto en fuertes disputas en las que nunca faltan rivales para asaltar el trono. El Madrid siempre convivirá con esta amenaza histórica, su espada de Damokles dispuesta a cortarle la cabeza.

30 abr 2014

LA BESTIA ERA BLANCA

foto As

BAYERN DE MUNICH 0 REAL MADRID 4


En cierta ocasión, un joven llegó a un campo de leñadores con el propósito de obtener trabajo. Habló con el responsable y éste, al ver el aspecto y la fortaleza de aquel joven, lo aceptó sin pensárselo. Durante su primer día en la montaña trabajó duramente y cortó muchos árboles.
El segundo día trabajó tanto como el primero, pero su producción fue escasamente la mitad del primer día. El tercer día se propuso mejorar su producción. Aun así, los resultados fueron nulos.
Cuando el leñador jefe se dio cuenta del escaso rendimiento del joven leñador, le preguntó: -¿Cuándo fue la última vez que afilaste tu hacha?
El joven respondió: -Realmente, no he tenido tiempo... He estado demasiado ocupado cortando árboles...

El Bayern se pasó toda la eliminatoria empeñado en pasear su hacha de árbol en árbol. Pero olvidó lo más importante, chutar a puerta. El Madrid por su parte llegó a Munich con el hacha brillante, afilada, amenazante. Y mira que Rummenigge avisó: "Se quemaran todos los arboles de la ciudad". No pudo ser, el Madrid los taló todos.

El tren de la Décima pasaba por Alemania. Schalke y Dortmund fueron las primeras estaciones; Munich amenazaba con dar por finalizado el trayecto. El Madrid no solo no se apeó en la capital de Baviera sino que sacó su billete para Lisboa. 

Se esperaba un vendaval alemán de salida, pero pronto se empezó a vislumbar que el Madrid llevaba dos trajes en su maleta. Empezó con el mono de faena, serio atrás y peligroso a la contra. Pero enseguida dio paso al traje de etiqueta. Guardiola dijo en el primer partido que el Madrid no dió 3 pases seguidos. No mintió, en solo 2 toques los hombres de Ancelotti recorrían las trincheras alemanas para dinamitar el área de Neuer.

El gol tenía que llegar, era cuestión de tiempo. Y tiempos eran tiempos que nadie había visto exhibición similar en Munich. Nadie lo recordaba, porque nadie lo podía recordar. Jamás había pasado. Corría el min. 16 cuando Modric votó un saque de esquina. El croata envió un centro perfecto y Ramos devolvió un remate antológico. El primer hachazo acabó con el Bayern, aunque todavía ellos no lo sabían. 

El mazazo no lo asimiló bien el Bayern reflejado en la figura de Dante que puestos a pintar, no pintó nada. Su salvaje entrada a Ronaldo mereció una roja que el arbitro pintó de amarillo. Disparidades cromáticas aparte esto no distrajo lo más mínimo a los blancos. Di María sacó una falta lateral que peinó Pepe y que remachó Ramos. El sevillano encontró el balón del penalti que lanzó al espacio 2 años atrás para dedicárselo doblemente a Neuer

Pero el Madrid estaba desencadenado. El toque del equipo de Guardiola estaba siendo aniquilado por el toque de corneta de Ancelotti. Una contra magistral de todo el frente de ataque blanco acabó con gol de Ronaldo que apagó definitivamente la llama que autoconsumía el infierno alemán. Guardiola una vez más se equivocó. No eran atletas, eran máquinas.

Nadie pensó que sobraría algo en este partido. Sobró el segundo tiempo. El partido entro en una especie de pacto de no agresión. Uno no buscaba el imposible, otro no buscaba más sangre. El Madrid tiró de grandeza y supo contener los tímidos intentos del Bayern que renunció a su identidad por la cabezoneria de un entrenador que pecó de romántico.

Pero a la fiesta le faltaba la guinda final. Una falta de la temblorosa defensa alemana permitió a Ronaldo salir de la tarta y redondear la histórica noche con un 0-4 apabullante. Ironías del destino; en Barcelona sonrieron, el Madrid les había vengado.

Chelsea o Atlético tendrán el honor de acompañar al Madrid en su investidura como Rey de Europa. No será una proclamación, será una confirmación. Las vitrinas de Chamartín están inquietas, nerviosas. Esperan impacientes la llegada de una nueva compañera, la más bella y hermosa de todas. Cuenten a sus hijos, a sus nietos, a sus amigos, lo que esta noche pasó aquí y no lo olviden nunca; el Bayern no lo hará.