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Cuenta la leyenda que Damokles era cortesano de Dionisio I, El Viejo (siglo IV, AC), tirano de Siracusa, a quien envidiaba por su vida aparentemente afortunada y cómoda. El rey, con el propósito de escarmentarlo, decidió que Damokles lo sustituyera durante un festín, pero para ello dispuso que sobre su cabeza pendiera una afilada espada desnuda suspendida de una crin de caballo. De esta manera, Damokles pudo comprender lo efímero e inestable de la prosperidad y del lujoso modo de vivir del monarca. La frase la espada de Damokles se utiliza desde hace mucho tiempo, para expresar la presencia de un peligro inminente o de una amenaza.

El Real Madrid es como Dionisio I, el Rey al que todos temen y envidian; pero como tal, sujeto a las críticas más feroces. Su reinado siempre se ve envuelto en fuertes disputas en las que nunca faltan rivales para asaltar el trono. El Madrid siempre convivirá con esta amenaza histórica, su espada de Damokles dispuesta a cortarle la cabeza.

2 jul 2012

ARTICULO 1: ESPAÑA ES ÚNICA E INVENCIBLE

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ESPAÑA 4  ITALIA 0


En la antigua Roma, los actores se jugaban la vida cada vez que subían a un escenario. Sobretodo, los que lo hacían ante el emperador. Augusto condenó a pena de azotes a más de cincuenta actores, Claudio mandó decapitar a seis y Calígula y Nerón desterraron compañías enteras solo porque les disgustaron sus comedias. Anoche, al emperador le brindaron con una celestial obra que acercó lo humano a lo divino y Roma claudicó. La Roma Imperial y la Republicana, la Clásica y la Contemporánea, la Occidental y la Oriental, no solo no condenaron a nuestros artistas sino que los divinizaron. Ave César.

Tantos y tantos veranos rotos por eliminaciones injustas e impotencia mental en los grandes torneos. Amargos momentos dónde España se acogía a la furia de algunos y el genio de otros. Torrentes de infortunios que daban con nuestras maletas en el aeropuerto  cuando de verdad se decidían los campeones. Por eso hoy sé, con certeza, que: el gol fantasma de Michel, el penalti de Eloy, el tabique de Luis Enrique, la cantada de Zubi, el pirata de Al Ghandur o la venganza de Zidane, no fueron casualidad. Toda aquella amargura ahora se nos devuelve con creces. Fue necesario llenar hasta arriba las alforjas de lágrimas y decepción para que hoy pudiéramos soportar tanta alegría y asombro. Sí, somos nosotros. España se ha convertido en una de las mejores selecciones de todos los tiempos, y mira que hay tiempos, ¡vaya que si los hay! Solo los próximos años certificaran si España se queda entre las elegidas, o es definitavemente el Santo Grial.

¿Y del partido qué? Pues que no me veo con los conocimientos suficientes como para analizarlo. Uno no puede hablar de lo que no sabe. Y lo que vimos anoche no es de este mundo. Fue un partido jugado en el planeta Pandora. Un sinfonía galáctica en la que once hombres tocaron y once, dignamente, escucharon. Sonidos mágicos, melódicos que transformaron una final en una clase magistral de yoga; fuerza corporal, autocontrol, ritmo, equilibrio, rapidez, templanza y espíritu, mucho espíritu.

La superioridad de la Roja fue sonrojante. Un partido de Play Station en el que España sabía utilizar todos los botones; pase corto, en largo, al hueco. Además de dominar el sprint y emplear todo tipo de regates. Por su parte Italia manoseaba el mando aleatoriamente esperando que el azar dotara a sus dedos de una inteligencia que no apareció. Por no aparecer, ni apareció el botón de segar. Hecho que les honra.

Los autores de los goles que quedaran para siempre gravados en piedra; Silva, Alba, Torres y Mata acabaron con una infinidad de récords y mitos. ¿Que nadie había ganado tres títulos consecutivos? ... toma. ¿Que nadie había ganado dos Eurocopas seguidas? ... toma. ¿Que nadie había ganado nunca 4-0 en una final? ... ahí lo tenéis. ¿Que nunca habíamos ganado a Italia en partido oficial? ... toma cuatro tacitas. ¿Que nadie ha ganado a la pata coja y vestido de pollo? ... al tiempo.

La Roja pudo bajar a los infiernos a Italia con el famoso partido contra Croacia. Algunos no lo entendieron, pero ahora ya saben porqué España no se prestó al llamado biscotto; les teníamos preparada una gran Torta.

Ahora solo cabe esperar como el Reino de España actualiza título nobiliario al mister don Vicente del Bosque. Un entrenador que se hizo Marqués en Sudáfrica y que regresará Conde de Ucrania. Al igual que estos jugadores, que en tan solo cuatro años han llevado a España de luchar contra hombres a reinar sobre Dioses. Lo vivido en estos campeonatos perdurará para siempre en las páginas de historia. Serán los trovadores venideros los encargados de crear romances y cuentos con las hazañas logradas y con los retos futuros. Por fin hemos conseguido lo que siempre soñamos, nuestra ansiada paradoja. Toda una vida para disfrutar de la inmortalidad.